martes, 1 de octubre de 2013

Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres.



Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti.
(H Jackson Brown)
Cada vez que lo leo me dan ganas de llorar pero también sé que  el amor de mis hijos y el mío hacia ellos, es lo que me ha hecho levantarme cada día, me ha dado aliento, esperanza y fuerzas para afrontar todos los obstáculos y retos que se me van presentando en la vida.


Para quien es padre o madre y para aquellos que lo serán... 


Hay un período en que los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos.

Ellos crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia.

Pero no crecen todos los días ¡Crecen de repente!

Un día, se sientan cerca tuyo y con increíble naturalidad, te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura, hasta ayer en pañales y pasitos temblorosos e inseguros, creció...

¿Cuando fue que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena y los cumpleaños con payasos? Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.

Ahora estas ahí, en la puerta de la disco, esperando ansioso, no sólo que no crezca, sino que aparezca...

Allí están muchos padres al volante, esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus pelos largos y sueltos. Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas; en las esquinas, con el uniforme de su generación y sus incómodas mochilas en la espalda.

Y aquí estamos nosotros, con el pelo cano... Y son nuestros hijos; los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y las dictaduras de las horas.

Ellos crecieron observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos; principalmente con los errores que esperamos no repitan...

Hay un período en que los padres vamos quedando huérfanos de hijos; ya no los buscamos en las puertas de las discotecas y los cines. Pasó el tiempo del piano, el fútbol, el ballet, la natación... Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más junto a su cama en la noche, para escuchar su alma respirando, conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia y cuando fueron adolescentes. Aquellos dormitorios llenos de adhesivos, posters, agendas coloridas y discos ensordecedores.

¡No los dejes crecer sin mostrarles todo tu afecto!

Al principio nos acompañaban al campo, a la playa, a piscinas y reuniones con amigos, sin faltar las navidades. Había grandes peleas en el auto por la ventana, los pedidos de chicles y la música de moda.

Después llegó el tiempo en que viajar con los padres se volvió un esfuerzo y sufrimiento pues era muy difícil separarse de los amigos y los primeros novios.

Y quedamos los padres exiliados de los hijos, ahora tenemos la soledad y tranquilidad que siempre habíamos deseado... Y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos, algunos en silencio y esperamos que elijan bien en la búsqueda de la felicidad ¡Y conquisten el mundo del modo menos complejo posible!

Queda esperar:

En cualquier momento nos dan nietos. El nieto es ahora de cariño ocioso y estancado.

Por eso los abuelos son tan desmesurados. Y se descontrolan tanto con la expresión de cariño. Los nietos es la última oportunidad de re-editar nuestro afecto.

Por eso es necesario ¡ hacer alguna cosa más ! antes de que crezcan...


Sólo aprendemos a ser hijos cuando somos padres...

Y sólo aprendemos a ser padres cuando somos abuelos... !!

2 comentarios:

  1. Que maravilla!! Yo vivo sola con mi hijo. He volcado en él todo mi cariño y temo el día en que , la vida se lo lleve a otra parte...

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  2. Alicia, pues sí yo también le temo, pero es ley de vida. Vivimos tan volcadas en ellos que aunque ahora suponga un estrés diario el ser taxista a todas horas, mirar reloj, correr y correr... el día que nos falte esta maratón sé que parte de mi vida se me va a quedar vacía, por muchas cosas que haga. !Crecen tan rápido! Al igual que tú dices no quiero ni pensarlo... Un abrazo.

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