martes, 21 de septiembre de 2010

Un ejemplo de la lucha por la vida.


Como sabéis un día el cáncer se atravesó en mi vida y la cambio de raíz, desde entonces entiendo la vida de otra manera muy diferente. Han cambiado tantas cosas para mí, pero si de algo estoy contenta es que los valores y las metas en mi vida también han cambiado. El centro de mi vida son mis hijos y parte del tiempo que me queda es para intentar que aquellos que como yo se despiertan un día de sopetón con el cáncer, tengan la suerte que yo tuve de encontrar gente que me ayudó a enfrentarme a una enfermedad que se puede vencer.
Todos los profesionales que me atendieron primero ante la enfermedad y después en la reconstrucción de mi pecho me dieron el ejemplo difícil de explicar gran parte de mi curación. Se debe al ánimo de estos profesionales que desde el principio me trataron con un cariño que en esos momentos necesitaba para desear vivir.
Este ejemplo, me ha hecho comprender que tengo que ayudar a los demás. Y aquí me tenéis desde hace tiempo vengo realizando labores de voluntariado con enfermos con cáncer, animando y asesorando a enfermos y familiares, haciéndoles comprender que no se acaba la vida cuando te topas con la enfermedad, simplemente cambia y tenemos que afrontarla con decisión.
Durante este tiempo he aprendido mucho y algo que tengo que decir con orgullo es que los enfermos me han dado a mi más, mucho más, de lo que yo he podido darles a ellos.
La fuerza con que las personas afrontan una enfermedad cargada de dramatismo como el cáncer es admirable. La lucha individual de los enfermos la mayoría de las veces va más allá y toman las riendas de la familia intentando no solo sobreponerse a la enfermedad sino que asumen el papel de animador de su gente.
Siempre tiende una a poner rostro a la lucha y yo cuando cierro los ojos recuerdo de uno de esos pacientes que para nosotras no pasaba desapercibido. En la sala donde le daban el tratamiento, llenaba todo lo que le rodeaba. Cuando me fui de vacaciones en Agosto, conociendo a este luchador, esperaba que en septiembre me lo encontraría más o menos igual pero al volver me he enterado que está mal y que ya no volveré a verlo.
Es un paciente ejemplar, con dos narices, no sé de dónde sacó esa fuerza tan grande, que aún sabiendo desde el primer momento la gravedad de su enfermedad y cuál sería su final, animaba a los demás pacientes y decidió que mientras su cuerpo se lo permitiera, todos los fines de semana se iba de vacaciones. Ha dejado atado todo aquello que tuviera que ver con sus negocios para que su mujer no tuviera el más mínimo problema. Es tan positivo, que ni la quimioterapia le afecta. Es de las personas que te enseña y tenía muy clara la lección que hay que disfrutar del momento.
Como él me he encontrado con otros muchos enfermos y admiro con qué dignidad esperan la muerte, sin una queja, sin un lamento, e incluso, como ya he comentado antes, animando a la familia. Son Gente especiales que nos dan una gran lección. Todos sabemos que tarde o temprano tendremos que morir, pero no queremos hablar del tema. No estamos preparados. La palabra muerte es tabú.
No quiero ser negativa ni pretendo asustar o desanimar a personas enfermas de cáncer, porque hoy en día la palabra cáncer no tiene por qué ser igual a muerte. Son muchas las personas que lo superan y llevan una vida normal.
(Dedicado a todos estos héroes que ya no están, pero uno no muere mientras siempre haya alguien que le recuerde).

1 comentario:

  1. Me gusta mucho lo que escribes y me gustaría que cuerpo alma y mente lleven siempre el mismo camino.

    ResponderEliminar