domingo, 19 de junio de 2011

Castillo de Gigonza, en San José del Valle.


El 28 de Mayo, sábado, tuvimos la suerte de ser invitados a concocer uno, de tantos rincones fabulosos que tiene nuestra provincia y que desconocemos. El lugar se llama Castillo de Cigonza y está situado entre la carretera de  Paterna en dirección a Arcos. Un sábado diferente, especial,  con gente que saben disfrutar de nuestras riquezas y como postre una buena  comida entre amigos en una venta genial. En fin que cuando no se preparan las cosas y surgen, salen mucho mejor que mejor. Gracias Pepe Raya por invitarnos. Mi hijo custodia sus tesoros como oro en paño.
Antes de la Visita, tuvo Pepe el detalle de contarnos la historia del Castillo y su función actual. Junto con la historia, también nos  impresionamos con las leyendas en torno al lugar: "La fuente de la mora", "La casa del molino" y "El tesoro del castillo". En esta última, se cuenta que el Castillo guarda un tesoro escondido por el rey moro del castillo, el moro Juan, antes de ser expulsado por los caballeros cristianos de Jerez.
Nos contó  que este tesoro aún no ha sido encontrado pero  allí nos enseñó  el auténtico tesoro natural del castillo: Una fuente que mana agua fresca, pura y cristalina con la que los niños sacian su sed saboreando un líquido que nada tiene que ver con la empalagosidad de los refrescos de cola. Es entonces cuando nos explica la importancia que este tesoro ha tenido y tiene para el castillo, la finca que lo rodea y sus trabajadores; cómo la fuente hace rebosar los abrevaderos donde beben las decenas de insaciables vacas que nacen, crecen y engordan a la sombra de la fortaleza; cómo en épocas de pertinaz sequía, las gentes de Paterna, San José del Valle y de las fincas colindantes venían a llenar botellas, garrafas e incluso tanques con el líquido elemento. Siempre, siempre, esta fuente, la fuente del castillo de Gigonza ha regalado su tesoro a todo el que ha querido tomarlo.

HISTORIA DE GIGONZA

Lo que hoy conocemos como Castillo de Gigonza está situado en una zona ideal para cualquier tipo de asentamiento humano pues en sus proximidades se encuentra un manantial de aguas sulfuroácidas frías, ideales para curar o amortiguar los males del cuerpo. Así, cuando los seres humanos tornaron su modo de vida nómada por una más sedentaria, no tardó mucho en florecer una ciudad turdetana junto a los citados baños denominada Saguntia, que significa “fuerte”.
Durante la expansión romana, y según cuenta el historiador Tito Livio, Roma envía al Valle del Guadalquivir al cónsul Catón en ayuda del pretor Publio Manlio para reducir a las tribus turdetanas y celtíberas. Y fue en Saguntia donde se entabló la ofensiva final que pacificó la zona. Más adelante, Saguntia es uno de los enclaves que apoya a Viriato por lo que, como castigo, Saguntia se convertirá en una ciudad  estipendiaria.
Más tarde, con la llegada de los hermanos Balbo a Gades (Cádiz), los habitantes de Saguntia participan en la construcción del acueducto que partía del Tempul hasta Gades.
Durante la dominación visigoda, Saguntia pasa a formar parte del Obispado Asidonense pero en el 555 pasa a ser dominio bizantino, que terminará en el 609 cuando el rey visigodo Suintila los expulsa definitivamente de la península. Es entonces cuando Saguntia adquiere gran importancia pues siguió acuñando monedas y obtuvo el honor de tener representante episcopal en el Tercer Concilio de Toledo.
Durante la dominación musulmana, Saguntia cambia su nombre por el de Xisgonza. Desde 1248 hasta 1492, Xisgonza se encuentra en zona fronteriza con el reino de Granada y servirá de refugio obligado para las incursiones de uno y otro bando pues la ciudad desaparece como tal y sólo se mantiene en pie el castillo. Una de estas incursiones, ocurrida en el año 1371, está descrita en los documentos históricos como la denominada Batalla de Gigonza  y en la cual  se cuenta cómo los caballeros de Xees (Jerez) logran salir victoriosos sobre los moros granadinos y africanos en un enfrentamiento ocurrido en las inmediaciones del castillo.
En el año 1312, el castillo perteneció a Don Alonso de Guzmán, sucesor del célebre Guzmán el Bueno hasta que muere en 1351 y pasa a pertenecer al Concejo de Jerez. En 1477 perteneció al Almirante de Castilla, don Alonso Enríquez y, en 1492, forma parte del patrimonio de Don Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos.
A finales del siglo XIX, Gigonza aparece como un prestigioso balneario fundado por don Francisco Ponce de León, Marqués del Valle de Sidueña (Medina Sidonia). Cuando fallece, el castillo y los Baños pasan a su hijo don Diego Ponce de León Carrizosa que muere en la guerra civil y el balneario deja de funcionar como tal.
En 1945, la marquesa lo vende a don Salvador Pineda Lobato “el Rondino” siendo sus herederos los actuales propietarios.






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