domingo, 14 de abril de 2013

A las mujeres de la República


Hoy Domingo, 14 de abril, se conmemora el 82 aniversario de la proclamación de la II República Española, y tengo la sensación de que no siempre se ha reconocido en su justa medida la gran aportación que hicieron las mujeres en el impulso del cambio social que para este país supuso el nuevo régimen republicano.


Las mujeres participaron en ese cambio desde el ámbito de la política y la cultura -ejemplos como Federica Montseny, Clara Campoamor, Margarita Nelken, Victoria Kent, Dolores Ibárruri Pasionaria...-, pero también desde el ámbito del trabajo diario, con millones de mujeres que se empleaban en las duras tareas del campo y también en la industria textil, al mismo tiempo que sacaban adelante sus casas con el trabajo doméstico.
La influencia de las mujeres se dejó notar además en algo que, a lo largo de la historia, siempre ha preocupado de una manera especial a las mujeres: la educación de los hijos. Fue una auténtica revolución cultural y educativa la que introdujo la II República, sobre todo teniendo en cuenta el contexto de un país que, al comienzo de los años 30, tenía un 50% de población analfabeta (unos 11 millones de personas), y que buena parte de la población infantil estaba sin escolarizar.
Se notaba el nuevo aire de progreso y modernidad, y en ello, las mujeres tuvieron mucho que ver. La República les dio reconocimiento, se negó a considerarlas como floreros, y jurídicamente las trató con igualdad al otorgarles derechos civiles y derecho al voto. Por eso, las mujeres defendieron con uñas y dientes la supervivencia del régimen republicano. Madres, esposas o hijas, todas ellas se convirtieron en un momento dado en combatientes para defender aquello que les había dado dignidad, y algunas se dejaron la vida en el empeño (por ejemplo, el caso de las trece rosas). Sin embargo, los sectores conservadores no vieron estos cambios como avances de progreso y modernidad, y reaccionaron contra la República asumiendo, cada vez con mayor intensidad, los postulados tradicionalistas y fascistas que enraizaban en aquellos días por toda Europa.
Tras la guerra civil, la fuerza, que no la razón, devolvió a la mujer a su estatus social del siglo XIX. Para la oficialidad, la mujer dejó de tener criterio, iniciativa y opinión, y volvió a ser florero, hasta que la Transición la rescató de las catacumbas. El esfuerzo de unos y otros hizo que afloraran, por fin, los deseos de consenso, no de confrontación, y en la senda democrática nos encontramos todos recorriendo un único camino.
Aquellos sentimientos de rencor han quedado para la historia, gracias a que la sociedad española en su conjunto ha hecho a lo largo de estos años un admirable esfuerzo de reencuentro. Hoy caminamos hacia delante con la mirada puesta en nuestro futuro y el de nuestros hijos, pero lo debemos hacer sin olvidar quiénes somos y de dónde venimos.
A la memoria de todas aquellas mujeres que defendieron la II República Española como bandera de su propia dignidad personal. (Francisco Escudero)
“Que no vuelva a haber otra guerra,
pero si la hubiera,
¡que todos los soldados
se declaren en huelga!”
Gloria Fuertes





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