PEDRO
JIMÉNEZ GALÁN, “UNA VIDA SOLIDARIA”
El 19 de octubre de 1965, fecha histórica para Chiclana,
Antonia se lamentaba con su marido: “¡Ay Pedro, hace tres días justos que
llegamos a este pueblo y ya hemos sufrido aquí la riada del siglo! ¿No nos
habremos equivocado viniendo a Chiclana?”
Pero Antonia y Pedro no se habían equivocado, sin lugar a
dudas con el destino sólo podemos colaborar.
El matrimonio procedía de Tarifa, de donde era Antonia, ya
que Pedro había nacido el 14 de abril de 1921 en Valdepeñas de Jaén, justo el
mismo día en que diez años después se proclamaría en España la República, esa
República siempre querida y añorada por este anciano republicano impenitente.
Siendo Pedro el mayor de cinco hermanos, aún niño trabajaba allá en el cortijo, y su madre
Estrella le preparaba el atillo diario, mientras su padre Vicente le daba las
instrucciones pertinentes para cuidar las cabras. A su regreso Pedro ayudaba en
las labores del olivar y demás labores agrícolas. También tendría tiempo Pedro
de aprender en la carpintería de su abuelo.
(Nace como la herramienta, / a los golpes destinado, / de una
tierra descontenta / y un insatisfecho arado. / Contar sus años no sabe, / y ya
sabe que el sudor / es una corona grave / de sal para el labrador…/ ¿Quién
salvará a este chiquillo / menor que un grano de avena? / ¿De dónde saldrá el
martillo / verdugo de esta cadena?)
Pero, ay, estos aceituneros altivos, andaluces de Jaén no se
conforman con su horizonte y tratan de ensancharlo. Pedro, que prefería la
ciudad al terruño, estudiaba con un maestro que recorría los cortijos
impartiendo clases y su padre Vicente resultaba una persona culta para la
época. Vicente era persona sociable y solidaria, y ante el grandísimo
analfabetismo de la época él siempre se prestaba para leerles los periódicos y
las cartas a sus convecinos y escribírselas.
Pedro tenía 15 años
cuando la guerra del 36. Este joven henchido de republicanismo y ardor
democrático se inscribe en las milicias y se prepara para ir de carabinero con
su tan querido amigo y vecino Florencio (que luego sería su cuñado), pero no lo
aceptaron por no tener la autorización de sus padres.
¡Había que derrotar a los enemigos del pueblo, había que
frenar al fascismo, había que mantener la democracia en España de una vez por
todas! Y Pedro consigue por fin la autorización de los padres pero no el enrole
en el ejército.
Por este tiempo nuestro joven ya había conectado en el pueblo
con las Juventudes Socialistas, su cariñosa madre Estrella habría dicho temerosa
en más de una ocasión a su hijo Pedro: “Hijo tú no te señales”.
“¡Únete contra el fascismo, viva la República!” gritaba un miliciano con un altavoz
desde el camión que cruzaba la plaza del pueblo dejando atrás una nube de polvo.
Y allá va Pedro, el más joven de los voluntarios hacia el frente de Córdoba. No
lo dudó ni un momento y se alistó con sus compañeros. Pero desgraciadamente
para él, su plan, su ardiente deseo de combatir no pudo ser. Ya en el frente
repartieron el armamento existente comenzando por los mayores y dejando a los
más jóvenes para otras labores en la retaguardia.
(Vientos del pueblo me llevan, / vientos del pueblo me
arrastran, / me esparcen el corazón / y me aventan la garganta. / Si me muero,
que me muera / con la cabeza muy alta. / Muerto y veinte veces muerto, / la
boca contra la grama, / tendré apretados los dientes / y decidida la barba.)
Hasta que terminó la guerra en el 39 Pedro permaneció
ayudando a sus padres. A partir de aquí comienza la represión franquista (encarcelamientos,
torturas y asesinatos), un intento de exterminio total del enemigo, del
liberal, del socialista, del demócrata, del intelectual, del comunista, del
republicano, del anarquista, de los
rojos.
Uno de los perseguidos sería un amigo de la familia el catedrático
de universidad don Luis Caballero (El régimen franquista pensaba que lo malo de
España era que aquí había demasiados intelectuales). Ahora Pedro viviría de
cerca el drama de la España perdedora: al catedrático lo engañaron primero con
un barco que zarparía de Alicante; alertado huyó y se refugió en Valdepeñas con
unos familiares para más tarde ser recogido por Pedro. Aquella noche, nervioso
y alterado Pedro cogió su mula, bebió unos tragos de orujo para envalentonarse,
atravesó el pueblo y junto a un arroyo encontró a don Luis Caballero aterido de
frío, lo ocultó con una manta y lo llevó al cortijo. Allí lo tuvieron oculto
bajo tierra y cuando de noche lo sacaban, don Luis gritaba para ejercitar su
garganta y no quedar afónico. Pedro era
su guardián y protector, pero don Luis aprovechaba el tiempo que le era posible
para instruir a su joven amigo Pedro,
instrucción que se prolongó casi tres años, hasta que don Luis decidió huir a
Barcelona y con nombre falso, el de un compañero asesinado, consiguió trabajar
de nuevo en la Universidad.
En 1942 Pedro sale de Jaén como voluntario para el Servicio
Militar. De no hacerlo así, sería declarado prófugo. Fue destinado a Sevilla y
en el 43 a Tarifa como sanitario para despiojar a los más desfavorecidos. El
hospital se había instalado en un convento de las monjas, colegio a su vez. Como
era propio del Nacionalcatolicismo, la asistencia de los soldados a los actos
religiosos era obligatoria.
Allí, en el coro, un
día Pedro fijó la mirada en una linda colegiala jovencita, morena y frágil que
cantaba como los ángeles. “¿Será esta la mujer de mis sueños, mi futura
compañera?” No lo iba a tener fácil, ya que la joven Antonia era las más de
las veces escoltada por sus tías y el padre de la niña era un señor chapado a
la antigua y digno de mucho respeto. “Mire usted, lo mío con su hija va en
serio y para siempre.” Y para
siempre Antonia permanecería ya al lado de Pedro, para lo bueno y para lo malo,
como debe ser…
Terminada la mili Pedro trabajó en Tarifa de listero en una
filial de Bazán que construía allí cuarteles, túneles polvorines, diques y
casas para los militares.
El año 1948 Antonia y Pedro se casaron en Tarifa y allí
vivieron durante 16 años, y allí nacieron Vicente, Victoria, Estrella y
Antonia. Entonces Pedro renunciaría a la posibilidad de viajar al extranjero, de
ir a trabajar como encargado de obras a Inglaterra y a Venezuela.
Durante su estancia en Tarifa se integró solidariamente en el
seno de su sociedad ayudando a los analfabetos, también en la directiva del
Club de Fútbol Tarifa, y de noche y como único consuelo y esperanza de las
gentes de izquierda, escuchaba clandestinamente la Radio Pirenaica.
Ya en Chiclana ha
vivido en la Cañada del Lobo, en la Fresa, en el Cerrillo y en la calle Dalia.
En su empresa Bazán se movía en los ambientes sindicalistas y participaba en
los movimientos reivindicativos. En Bazán conoció a algunos ugetistas de
Chiclana, donde ya en 1974 media docena de jóvenes idealistas y comprometidos
habían refundado el PSOE y la UGT.
El pequeño agricultor, el niño de la guerra, el sindicalista
se había hecho mayor y apostaba por el socialismo dando un paso al frente. Sus
dos grandes vocaciones la sindical y la política tendrían a partir de ahora su
máximo desarrollo y nivel de compromiso.
Una tarde de otoño de 1976, anocheciendo ya, vemos entrar en
la Casa del Pueblo por la puertecita lateral de la calle Montes (la puerta
principal apenas se usaba por temor a la policía) a un trabajador de Bazán, de
edad madura, y ya con la cabeza reluciente, muy serio y respetable. Los cuatro
gatos que allí estaban en semiclandestinidad se sintieron orgullosos de su
presencia entre ellos. Y lo mismo pensó al año siguiente el Partido Socialista,
y lo colocó en sus listas para las elecciones generales y constituyentes de 1977 en unión de Manolo
Cháves, Jerónimo Sánchez Blanco y Ramón Vargas Machuca. Pedro siempre se alegra
por lo afortunado que fue viviendo desde una atalaya privilegiada - las Cortes
Españolas – una época y unos acontecimientos históricos irrepetibles, como ser
Diputado y Padre de la Patria y de la Constitución de 1978.
Pedro ha sido y es un hombre comprometido e ilusionado,
soñador de mejores futuros y luchando por cambiar el presente, fue en varios
mandatos concejal socialista del Ayuntamiento de Chiclana. Con voz temblona
defiende sus firmes convicciones, detesta la insolidaridad y se jacta de su suerte:
“ni tengo dinero, ni trampas”.
Pedo Jiménez Galán ama por encima de todo “los sueños que
no se pueden comprar con dinero”.
(Este hombre no es de ayer, ni es de mañana, / sino de nunca;
de la cepa hispana / … de aquella España que pasó y no ha sido , / esa que
tiene la cabeza cana.)
Pedro Quiñones.
!!! A POR LA TERCERA!!!
Poco a poco se hace el camino.
ResponderEliminarYa van cuatro años celebrando la "Cena de la República" y el "cumple del repúblicano".
Buen ratito y agradable compañia.
Esperemos seguir juntos y con la misma ilusión muchos años más, hasta alcanzar nuestro objetivo.
Salud a todos y todas.
Todo un recuerdo para el futuro....quien podia imaginar una cena con la bandera republicana...
ResponderEliminarjajajjaja, yo Mara que ya llevamos unas cuantas. Bien venida al grupo, cada vez somos más y eso que empezamos los amigos de Pedro que nació el día que eligió nacer: el día de la República. Viendo lo que está pasando actualmente con la Monarquía, a lo mejor la tercera la tenemos más cerca de lo que creemos, y seguiremos cenando los 14 de Abril. Cada vez somos más.
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