Últimamente le doy muchas vueltas a esto. ¿Realmente confiamos en la gente? ¿Hasta dónde llega nuestra fe en otra persona? ¿Podemos realmente volver a confiar en alguien que nos ha decepcionado? Todo el mundo plantea siempre que su confianza en la otra persona, en la persona que comparte todo en tu vida es total y absoluta, pero últimamente estoy viendo muchísimos casos de gente que me habla de la desconfianza que tiene en sus parejas, sus amigos, su familia. Parece que siempre estamos predispuestos a creer antes en lo malo que en lo bueno, y es como si estuviésemos esperando la oportunidad de decir “yo tenía razón”. Realmente, parece que la naturaleza del ser humano, nos hace egoístas y desconfiados y, a pesar del esfuerzo, nos cuesta tanto ser sinceros con nosotros mismos que el pensar en serlo totalmente con otra persona parece casi imposible. Y no hablo de grandes cosas, sino de cosas pequeñas, de los pequeños detalles que nos duelen de otras personas y que callamos y almacenamos. Aunque triste, parece una realidad palpable. Entonces, ¿realmente alguna vez llegamos a abrir completamente nuestra alma a alguien de modo que todos nuestros miedos, toda nuestra humanidad quede a merced de otra persona? Me gustaría poder, como cuando era niña, coger la mano de alguien y sentir que no se va a soltar nunca y que pase lo que pase, cualquier cosa, desde la más feliz a la más aberrante, esa mano nunca se soltará, nunca temblará, nunca la notaré sudorosa ni vacilante, sino que me agarrará fuerte y no harán falta palabras, porque mi corazón lo sabrá, sabrá que ya está todo bien.
Cuando le contamos algo a un amigo, siempre contamos lo superficial, “hechos” , casi como relatásemos una crónica de un partido de fútbol o el argumento de una película: “fui, hice, vi, comenté…”. Pero, ¿cuántas veces contamos lo que realmente sentimos al respecto? “Me sentí solo, me sentí triste, me haces daño con tus palabras, no me gusta cómo me hablas, no te comprendo…” ¿Cuántas veces callamos parte de lo que pasa por miedo? Miedo a que nos juzguen, a que no comprendan, a que nos miren de otra forma… y ese miedo no es sino otro tipo de desconfianza, porque realmente no confiamos en que la otra persona pueda mirarnos a los ojos y ser capaces de, por un instante, pensar a través de nuestros sentimientos. Por eso nos cuesta muchas veces menos abrir nuestros verdaderos sentimientos a un desconocido, porque realmente no nos importa lo que piense, no volveremos a ver su cara y no tendremos que pensar en lo que nos dirá mañana. He visto esto tantas veces que cada vez más recuerdo una fábula que leí en un libro que me regaló mi hermanita, y dice así:
” Dos monjes estaban sentados en plena naturaleza. Uno de ellos estaba rodeado de conejos y el otro no. El que no tenía conejos a su alrededor le dijo al otro:
- ¡Eres un santo! ¡Es increíble! Todos los conejos están a tu alrededor, mientras que huyen de mí. ¿Cuál es tu secreto?
- No tengo ningún secreto. No como conejo. Eso es todo”
Me pareció una preciosa manera de expresar la metáfora de la confianza. Los conejos confían en el monje porque saben que nada malo les depara su compañía. Del mismo modo, cuando queráis que alguien confíe en vosotros, no lo juzgueis, no lo reprendais por sus opiniones, no intenteis imponer vuestra postura, no lo miréis como si nunca hubiéseis escuchado algo así, no penséis por vosotros, pensad a través de su historia. Sólo escuchad y sed pacientes. Cuando queráis que alguien confíe en vosotros, no decepcioneis sus sentimientos si se abre a vosotros, no gireis vuestra cabeza cuando os hable, no ignoreis su sufrimiento, porque tal vez el día de mañana pueda ser el vuestro propio.
Sólo, no comáis conejo. "Sonia Seija"
” Dos monjes estaban sentados en plena naturaleza. Uno de ellos estaba rodeado de conejos y el otro no. El que no tenía conejos a su alrededor le dijo al otro:
- ¡Eres un santo! ¡Es increíble! Todos los conejos están a tu alrededor, mientras que huyen de mí. ¿Cuál es tu secreto?
- No tengo ningún secreto. No como conejo. Eso es todo”
Me pareció una preciosa manera de expresar la metáfora de la confianza. Los conejos confían en el monje porque saben que nada malo les depara su compañía. Del mismo modo, cuando queráis que alguien confíe en vosotros, no lo juzgueis, no lo reprendais por sus opiniones, no intenteis imponer vuestra postura, no lo miréis como si nunca hubiéseis escuchado algo así, no penséis por vosotros, pensad a través de su historia. Sólo escuchad y sed pacientes. Cuando queráis que alguien confíe en vosotros, no decepcioneis sus sentimientos si se abre a vosotros, no gireis vuestra cabeza cuando os hable, no ignoreis su sufrimiento, porque tal vez el día de mañana pueda ser el vuestro propio.
Sólo, no comáis conejo. "Sonia Seija"
A veces el miedo a meter la "pata" con esa persona especial(o al menos tu crees q lo es)te hace comportarte de otra forma.Sin darte cuenta vas aceptando comportamientos,actitudes,conversaciones.....q al final, has cedido tanto q no merece la pena despojarse de ti misma en el camino.
ResponderEliminarLa confianza es fundamental, entre las personas y por supuesto en la pareja.
Estoy totalmente de acuerdo q a veces le dices más cosas a alguien desconocida o desconocido, q a la persona q tienes a tu lado.
Y por último a mi tambien me gustaria encontrar esa mano amiga,fuerte q emane una seguridad infinita.
Yo todavía conservo la esperanza, y no he condenado a la humanidad. Claro que ha habido personas que me han traicionado... pero cada persona es un ser único, independiente e irrepetible. La vida nos da dureza, sí, pero también , somos la especie que tropezamos cien mil veces con la misma piedra. No pienso que me vayan a fallar, porque si no , estaría recluído :)
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