Bajando en dirección opuesta a mí, venía una mamá con su bebé en el coche de niños que daba tumbos sobre los adoquines, con lo que el bebé lloraba a gritos y su mamá se quejaba en su nombre: "Los adoquines son malos y le sacuden a mi niño. ¡Malos, malos! Ya verás cómo los castigamos cuando nos escapemos de ellos". Y empujaba el cochecito dando traspiés con su mal humor y sus brazos rígidos. El niño seguía llorando.
Pensé para mis adentros. Los adoquines son los mismos, y un bebé llora y el otro canta al pasar por ellos.
Las cosas son las mismas, y unos las toman bien y otros mal. Una mamá canta, y la otra protesta. Es lo que hacemos en la vida.
Me hicieron un buen servicio los adoquines.
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